top of page

El Nuevo Orden trumpista.

  • L.E. SABOGAL
  • 26 ene
  • 5 Min. de lectura

La nueva asunción del poder en Estados Unidos por parte de Donald Trump marca en esta ocasión un quiebre explícito de la forma en que hasta ahora se ha organizado el llamado Orden Mundial. Este Nuevo Orden no solo describe una corriente ideológica, sino también un fenómeno político global que ha reconfigurado la forma en que se percibe la democracia, el liderazgo y el poder en el siglo XXI.


En efecto, luego de la Segunda Guerra Mundial se configuró una división bipolar del poder encabezado por las dos grandes potencias en pie: los Estados Unidos y la Unión Soviética, cada bloque con su área de influencia donde se impondría una versión diferente de la organización económica y social. Las tensiones resultantes de los enfrentamientos establecieron la Guerra Fría que incluyó múltiples enfrentamientos entre países de cada bloque apoyados por las potencias, se trataba así de expandir su poder o de esta forma buscar disminuir el poder del contrario. El siglo XX fue el escenario de estas confrontaciones que pusieron en peligro la paz mundial (guerra de Corea, guerra del Sinaí, guerra de Vietnam, guerra de Afganistán-URSS, la crisis cubana).





El estancamiento económico de la Unión Soviética a partir de los años ochenta permitió el ascenso de los nacionalismos en su esfera de influencia, lo que a la postre concluyó con la implosión del régimen y la disolución de la URSS en 1991. De esta manera, Estados Unidos se consolidó como la única superpotencia del mundo, y su influencia se amplió con la adhesión de los países que se habían separado del sistema comunista a la Alianza del Atlántico Norte (OTAN).


El establecimiento de nuevos bloques conformados por países desarrollados o emergentes en el siglo XX dio lugar al mundo multipolar que se conoce en la actualidad, donde comunidades internacionales como la Unión Europea, los BRICS y otras naciones, ejercen un cierto grado de poder y trabajan por la cooperación económica, el aumento del comercio y su influencia geopolítica, enfrentando la capacidad de negociación de Estados Unidos y de la Organización de Naciones Unidas.


La historia contemporánea nos muestra cómo China, desde que tomó la decisión de abrir su economía hacia el exterior (1978), ha tenido un crecimiento económico impresionante que lo ha llevado a convertirse en una potencia mundial, disputando así la preminencia que hasta ahora mantiene aún Estados Unidos. Los logros alcanzados por China se explican por el manejo estatal del capital acumulado, lo que le ha permitido establecerse mundialmente como el gran proveedor y comprador de productos básicos y de alta tecnología. A esto se suman las grandes inversiones y la capacidad negociadora de su política exterior, aumentando de esta manera su influencia política y económica a nivel global. De esta forma, en la distribución del poder mundial Estados Unidos y China se disputan la supremacía basados principalmente en el comercio, la tecnología, el poderío armamentista y las alianzas políticas y regionales.


En los inicios de 2025, no obstante, los planteamientos políticos, sociales y económicos del nuevo gobierno de Donald Trump en Estados Unidos ponen en riesgo el statu quo, el sistema multilateral, y especialmente la democracia, parecen entrar a su vez en crisis global por el dominio cultural y político que ejerce este país. Desde el primer momento de su posesión como presidente de Estados Unidos anunció Trump una serie de medidas de efecto inmediato cuyos desarrollos comienzan a crear un gran impacto con consecuencias imprevisibles relacionadas con todos los aspectos de la vida política y social.  Veamos.


A nivel interno, ha ordenado el cierre de la inmigración con el argumento de proteger los empleos y la seguridad de los norteamericanos. Para esto, se ha iniciado una búsqueda y persecución de los inmigrantes ilegales en todo el país, y se ha cerrado la frontera sur con presencia del ejército como defensa preventiva. En su planteamiento básico la estrategia parece llena de buenas intenciones, pero soslaya el papel determinante de los inmigrantes en el desarrollo del país, al mismo tiempo que comienza a exacerbar nuevamente los sentimientos racistas de sus seguidores de manera peligrosa.


En el campo social, el gobierno de Trump se aparta definitivamente de los planteamientos progresistas relativos a la diversidad sexual y del concepto de género que considera un exabrupto y aboga, con medidas extraordinarias, por un regreso a los valores tradicionales de género binario, borrando de un plumazo las luchas sociales de la población LGTBI. Esta medida, al igual que la anterior, aunque respaldada ampliamente por los votantes, podría conducir a desconocer los derechos de las minorías y a discriminación y persecuciones ya superadas.


Con la política energética basada en la explotación al máximo de los recursos naturales (“Drill, baby, drill”), alejada de los compromisos ambientales, Trump envía un mensaje sombrío sobre el futuro de la humanidad al rechazar de plano cualquier intento por minimizar el impacto del calentamiento global.


Así mismo, basado en el cumplimiento de su política de “Volver a la Grandeza de América” (MAGA), ha amenazado a China, su principal adversario, y a todos los países que considera malos socios comerciales (Panamá, Canadá, la Unión Europea) con aplicarles elevados aranceles, abriendo otra puerta de confrontación generalizada, que por lo demás, traería inflación y pérdida de empleos globalmente en caso de hacerse realidad.


El presidente Trump desconfía, además, de las instituciones democráticas en general. Desde sus ataques al proceso electoral hasta el rechazo a aceptar los resultados de las elecciones de 2020 en las que resultó perdedor. Durante los años siguientes ha atacado constantemente el sistema judicial por las investigaciones en contra de sus controvertidas actuaciones. Uno de sus primeros decretos el día de su posesión fue perdonar a cientos de sus seguidores envueltos en el intento de golpe de estado en su ataque contra el Capitolio nacional, en abierta contradicción con el sistema judicial y contra la Constitución.


El trumpismo no se limita al interior de los Estados Unidos, esta ideología ha creado un movimiento transnacional que desafía los principios liberales tradicionales y fomenta una visión del mundo fragmentada y cerrada que parecía superada hasta hace poco. El auge de líderes populistas (de derecha y de izquierda) muestra que el descontento social puede ser terreno fértil para el surgimiento de movimientos disruptivos.


En resumen, el trumpismo, ideología de carácter populista de derecha, con su enfoque nacionalista, proteccionista y conservador, tiene fuertes posibilidades de imponerse en el mundo dada la influencia y el poder cultural, económico y político de la primera potencia mundial. Pero al mismo tiempo podría arrastrar consigo un estado de caos y de inestabilidad política dentro y fuera de sus fronteras al desdibujarse los liderazgos que conforman el tejido que da fortaleza a las relaciones entre países. El triunfo del trumpismo presenta graves amenazas al sistema democrático tal como se concibe en la actualidad, y pone al mundo en un estado de incertidumbre frente a los desafíos del calentamiento global y de las necesarias estrategias para enfrentarlo.


El nuevo orden trumpista podría entenderse como un síntoma de un mundo en transformación, sin embargo, sus propuestas plantean preguntas sobre el futuro de la democracia, la cooperación internacional y la capacidad de las sociedades para superar sus dificultades.



 
 
 

Σχόλια


  • Facebook

© 2025 L.E. SABOGAL

bottom of page