VIDA Y MUERTE DE JULIÁN SOREL
- L.E. SABOGAL
- 17 feb
- 5 Min. de lectura
Adivinaron. Hoy vamos a hablar de un personaje de novela que admiro desde muy joven: se trata del protagonista de Rojo y Negro, la novela clásica del francés Henry Beyle, conocido como STENDHAL. Publicada en 1830 sin mucho éxito pues se apartó del romanticismo literario predominante para esa época, se convirtió después de su muerte en un clásico de la literatura realista de la cual es considerado un precursor.
Leí la novela por primera vez cuando cursaba el último año de bachillerato y no recuerdo claramente cómo cayó en mis manos, tal vez una tarea escolar, o posiblemente motivado por el pronto inicio de mis estudios superiores en Filología y Letras en la universidad; el hecho es que la vida de Julián causó una gran impresión en mi mente de joven provinciano lleno de sueños y ambición. Años después, mi estadía en la ciudad de Grenoble (ciudad de nacimiento de Stendhal), donde conocí la vida y obra del autor, y la casa donde vivió siendo joven ahora convertida en museo, acentuaron mi admiración por la historia.

Con los años he revisado la obra varias veces, pero ahora con los ojos del conocedor de la literatura y obviamente con la madurez que da el paso del tiempo. Dos importantes características de su estilo marcan en el presente mi propia obra: la búsqueda de inspiración en hechos reales de su entorno histórico y social; y el hecho de describir a sus personajes a través de sus acciones y de los diálogos. De esta forma Stendhal dio inicio a un largo período de experimentación en la narrativa que se mantiene aún y que lo eleva como el precursor de la novela psicológica realista.
Resumo la trama de la novela para quienes no la conocen aún.
La historia se desarrolla en Francia en el siglo XIX después de la caída de Napoleón, durante la llamada Restauración Borbónica, período en que también vivió Stendhal. La euforia revolucionaria ha terminado y nuevamente la nobleza ha regresado al poder, se instala así un período de inestabilidad donde campean la corrupción, el arribismo y el aburrimiento. Julián Sorel es un joven de provincia nacido en una familia pobre y trabajadora, admirador de Napoleón y al mismo tiempo empeñado en trepar en la escala social, a la que aspira a llegar algún día valido de su astucia y falta de escrúpulos.
El cura del pueblo aprecia su inteligencia y le enseña latín, lo que le abre paso en el camino eclesiástico, una de las vías idóneas para el ascenso social; la otra sería la carrera militar, pero su origen social y su apariencia débil y delicada son un obstáculo para emprenderla. La preparación académica que adquiere lo lleva a convertirse en el tutor de los hijos del alcalde, donde se gana su aprecio y el respeto de la familia; encuentra allí a la dulce y amorosa señora Rênal a quien decide que tendrá que seducir como parte de su estrategia de ascenso social.
Y lo logra, la señora Rênal se enamora de Julián en quien ve cualidades y sentimientos que no posee su marido. Los rumores sobre la infidelidad de la esposa del alcalde con el tutor de sus hijos lo obligan a escapar del pueblo y se instala en un seminario de Besançon para continuar la carrera de clérigo. De nuevo allí la suerte le sonríe, pues el director del seminario lo recomienda para un puesto como secretario del marqués de La Môle en París; su llegada a la capital francesa en una posición de tal importancia es un paso más para alcanzar su propósito final.
La estadía en París le enseña las maneras y el estilo de vida de la nobleza, se codea con los grandes personajes de la aristocracia y emprende tareas que lo llevan incluso a viajar al extranjero como emisario del marqués. Se convierte así en persona de confianza y en un miembro reconocido en los altos círculos sociales; al mismo tiempo entabla una relación secreta con Matilde, la hija del marqués, joven bella y rebelde que ve en Julián una personalidad diferente que le atrae de inmediato. Julián por su parte, no siente amor por ella, solo le atrae su estatus social pues ve en esta relación la consumación del último paso en el camino a la cima que siempre ha deseado.

La historia se complica, sin embargo, porque Matilde queda embarazada y le exige a su padre que la case con Julián, petición que inicialmente el marqués rechaza. Pero ante la posición de su hija y para evitar la deshonra otorga a Julián un título nobiliario y un alto cargo militar, mientras Matilde comienza a preparar la boda. Entre tanto, enterada del suceso y estimulada por su confesor, la señora de Rênal le escribe una carta al marqués en la que describe a Julián como una persona inescrupulosa que seguramente ha engañado a su hija para sus propios fines. Preso de furia al conocer el contenido de la carta, Julián viaja de inmediato a Verrières, y ataca a la señora de Rênal mientras atiende a una misa, donde le propina dos disparos y la deja por muerta.
La señora de Rênal no ha muerto, sin embargo. Luego de su recuperación visita a Julián en la cárcel, donde ha sido recluido por intento de asesinato y espera el juicio correspondiente. Allí se reconcilian en el amor que ahora reconoce Julián como el único y verdadero; sus reflexiones le hacen comprender lo equivocado de sus acciones y decide enmendar su camino aun a costa de su integridad. Matilde, por su parte, busca desesperadamente ayudarlo a salir del embrollo, pero él se muestra indiferente y le pide que no trate de defenderlo, su decisión está tomada.
Llegado el día del juicio Julián toma la palabra y en un encendido discurso acusa al juez y a la justicia de perseguirlo por su origen social al tiempo que ataca con virulencia el estado de cosas del régimen del momento. El juicio se convierte así en un juicio político que lo lleva directo a ser declarado culpable y condenado a la guillotina.
Es en este momento que la figura del protagonista adquiere una dimensión trágica y sublime desde el punto de vista literario. Al aceptar la muerte como consecuencia de sus actos, Julián trasciende como un personaje que sobrepone los ideales a la costumbre acomodaticia, entiende su muerte como una redención y la asume con una dignidad que lo convierte en un héroe para siempre.
Todavía hoy en mi edad madura reconozco la influencia que ha ejercido la historia y su protagonista en mi propia vida y en mis opciones de escritura. La terca determinación de sus actos; la expresión crítica y a la vez satírica de la sociedad en la que vivió, la búsqueda de nuevas formas de expresión, y la construcción de personajes con profundidad psicológica. Es una deuda literaria que constituye para mí un desafío vital y continúa orientando mi vocación de escritor.
NOTA. Dejo a mis lectores la interpretación del título de la obra sobre la cual hay abundantes interpretaciones en la exégesis literaria.
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